Consejos a nuevos escritores

Esta es mi primera novela, así que creo que no soy la persona más adecuada para aconsejar a nadie cómo debe escribir, para eso hay profesionales que lo pueden hacer muchísimo mejor que yo. Simplemente voy a dejar aquí unas pinceladas con mi opinión, con lo que sentía mientras estaba escribiendo.

No es fácil enfrentarse por primera vez a una hoja en blanco sobre la que queremos plasmar una historia. Escribir una novela requiere no sólo tener algo que contar, sino hacerlo de una forma atractiva para el lector, a través de unos personajes y unas situaciones que le enganchen y hagan que no pueda dejar de leer.

Todos estamos influenciados por escritores e historias que hemos leído a lo largo de nuestra vida, y eso se verá reflejado en nuestra forma de escribir. Pero no debemos dejar que esa influencia llegue a condicionarnos, debemos crear nuestro propio estilo, permitir a nuestra imaginación que desarrolle las situaciones que queremos y plasmarlas sobre la hoja con las palabras que consideremos más adecuadas, de forma que sintamos que estamos transmitiendo lo que realmente queremos que llegue al lector.

Crea personajes originales, situaciones inéditas, enigmas inesperados… todo lo que le pueda dar la sensación a quien lee tu historia de que está ante algo distinto, no ante una mala copia de una novela ya escrita. Intenta diferenciarte todo lo que puedas de las novelas escritas hasta ahora, no intentes seguir una tendencia, créala tú.

Posiblemente tengas que hacer varias correcciones, volver atrás, modificar partes del relato o características de los personajes, por eso la paciencia es fundamental. Escribir una novela es una carrera de fondo y así debemos planteárnoslo, sin prisas, sin presión, y no darla por finalizada hasta dejar el texto como realmente nos guste.

Si tienes pensado introducirte en este mundo, toma aire, respira hondo y ármate de paciencia, así será mucho más fácil que el resultado final sea el que habías imaginado en un principio.

Texto por:

Enrique Llorián González

Artículo por:

Cristina Llorián Marcos